Diez consejos básicos para que tu hijo te obedezca

Para educar en obediencia debemos evitar caer en el castigo constante y las amenazas. Lo más adecuado es ser coherentes en todo momento, ser un ejemplo para ellos y reforzar siempre con elogios las conductas correctas.

Lograr que nuestro hijo obedezca no requiere perder la calma. Tampoco hay que recurrir a los chantajes ni aún menos a las amenazas. En realidad, que los niños nos hagan caso a la primera y respondan a nuestras demandas de manera efectiva, necesita de un trabajo diario basado en la constancia, las normas firmes y una adecuada comunicación emocional.

No hay recetas mágicas para conseguir que el niño obedezca. Los pequeños son personas con decisiones propias, y esas decisiones suelen entrar en colisión frontal con las órdenes de los mayores. Lo que sí es posible es evitar que sean ellos quienes nos ganen a pulso todas las batallas e intentar lograr un clima en casa en el que las calmas ganen a las tormentas.

Como bien decía la antropóloga Margaret Mead, en materia de crianza y educación, las reprimendas no tienen tanta efectividad como pensamos. Lo más pedagógico y adecuado en todos los casos es hacer uso de la coherencia, la paciencia, el ejemplo y el ingenio psicológico.

«Las raíces de la educación son amargas, pero la fruta es dulce.»

-Aristóteles-

¿Qué debo hacer para que mi hijo obedezca?

Hay un primer aspecto que debemos entender para que nuestro niño obedezca. La obediencia no debe basarse en el autoritarismo firme y absoluto. Lo ideal es fijar la crianza en un objetivo claro: dar al mundo niños respetuosos, capaces de pensar por sí mismos, personas capaces de cooperar, entender y actuar siempre con equilibrio y de manera madura.

La obediencia que se basa en el grito y la amenaza no educa, hiere. Debemos hacerle entender a nuestros hijos que cada norma tiene una finalidad, que cada demanda que les hacemos, así como cada prohibición, responde esas normas de convivencia a las que debe atenerse.

En alguno estudios como el llevado a cabo por el doctor Duane F. Alwin, por ejemplo, nos recuerdan algo interesante. La obediencia que se basa en la educación democrática, favorece poco a poco una independencia más responsable del niño al entender las normas sociales y las consecuencias de sus acciones.
Conozcamos seguidamente, qué claves pueden ayudarnos para que el niño obedezca.

Consejos pedagógicos para favorecer la obediencia

  1. La exigencia de obedecer debe hacerse de forma gradual. No se puede pasar de cero a cien. Es adecuado empezar pidiendo obediencia en tareas que para ellos son fáciles y agradables y, cuando esto se haya asentado, ir subiendo poco a poco a otro nivel de exigencia. Pequeños pasos que ayudarán a conseguir el objetivo final.
  2. Las instrucciones sobre lo que el niño debe hacer deben ser sencillas y claras. Deben expresarse siempre en un tono normal y a su nivel, nunca desde la habitación de al lado y gritando.
  3. Dichas instrucciones deben darse de una en una. Es mejor evitar dar muchas indicaciones al mismo tiempo.
  4. El niño debe acostumbrarse a recibir las órdenes una o dos veces para ser obedecidas. Si pasamos de ahí, lo único que conseguiremos será alterarnos emocionalmente. A partir de la tercera orden «no oída», tendrá la consecuencia a su desobediencia, y el niño debe saberlo.
  5. Hay que acompañar la buena conducta del niño con elogios y, ocasionalmente, con pequeños premios. Ensalzarlo y ofrecerle cariño cuando hace las cosas bien y obedece son, de cualquier modo, el mejor de los premios que puede recibir.
  6. De la misma forma, las situaciones en las que el niño no obedece deben tener una consecuencia (como por ejemplo, privarle de algo que le gusta) pero nada más, sin que obtenga una atención extra de la mala conducta y se esté toda la jornada aludiendo a ella.
  7. En muchas ocasiones funciona bien emplear técnicas conductuales como la economía de fichas o el carné por puntos. En lugar bien visible, se pondrán las normas a cumplir (pocas y sencillas) y los días de la semana: se darán puntos positivos cuando lo haga bien, pero también negativos cuando lo haga mal. Según el recuento semanal sea positivo o negativo, habrá premios o no.
  8. Evitar el castigo continuo. Llega un momento en el que los niños se hacen inmunes a él. Por eso es más adecuado el valor positivo a la buena conducta y la ignorancia a la mala, que una riña constante.
  9. Intentar evitar en lo posible inferencias de otros familiares, hay que informarles de lo que está intentando conseguir y ser tajante con el plan. Es importante evitar siempre que otros desautoricen ante los niños lo que se está haciendo para intentar que obedezcan.
  10. ¿Y el décimo? El décimo consejo bien podría ser el primero, el segundo, el tercero… En resumen, hablamos cómo no de la paciencia, paciencia y paciencia. Recordemos que la razón es que un adulto autocontrolado es el mejor espejo en el que un niño puede mirarse.

Educar con sentido común
Educar con sentido común significa comprender al niño, respetarlo, aceptarlo y marcar límites claros, con recompensas y castigos que le ayuden a entender cómo funcionan las cosas

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